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Acerca del mundo de “La cultura de la satisfacción” (1992) John Kenneth Galbraith

Foto del escritor: generaciónzgeneraciónz


Sergi Pérez


El libro del profesor y economista John Kenneth Galbraith nos ofrece una visión analítica brillante sobre el funcionamiento de las sociedades occidentales, centrándose fundamentalmente en la figura de la mayoría satisfecha electoral en Estados Unidos, aunque el ejemplo también sea extrapolable al conjunto de los países ricos de occidente. Así pues, en este volumen encontramos una elaborada radiografía de nuestras sociedades neoliberales desde la era Reagan – Tatcher, en la que se exponen temáticas como la intervención del Estado en la sociedad o, el papel que deben tener los impuestos para ser aceptados o rechazados por la citada mayoría satisfecha electoral.



El autor de la obra analiza las sociedades modernas partiendo de la premisa de que estas se articulan entorno a dos grandes grupos: Una mayoría social satisfecha y una subclase funcional. En conjunto, configuran el funcionamiento de las democráticas formales a través de la posición económica y, la actitud ante la participación política.


La aportación de Galbraith no solo nos ayuda a entender las consecuencias del anteriormente citado modelo neoliberal de Reagan – Thatcher para el conjunto de la sociedad, sino que además sirve como herramienta para analizar a qué parte de la sociedad favorecen estas medidas políticas. Y es que, según el autor, esta mayoría satisfecha se sustenta gracias a este tipo de políticas, un hecho que explicaría por qué observamos verdaderos estragos sociales, situaciones de desigualdad creciente y un aumento de la desocupación y el trabajo precarizado y, sin embargo, las élites se vanaglorian de la buena marcha y recuperación de la economía. Este concepto es posiblemente el aporte más innovador que ofrece la obra de Galbraith, la visión polarizada de la marcha de la economía en las sociedades occidentales ricas. Se habla pues de economías que funcionan y van bien, aunque sea solamente para las mayorías satisfechas a quienes beneficia.


Galbraith nos expone también como máximos rasgos de la cultura de la satisfacción, que el Estado ha de tener un papel limitado y selectivo en cuanto a la economía y el mercado, así como que los impuestos deben tender a ser mínimos y que, se muestra exclusivamente un exacerbado interés sobre las medidas sociales y económicas basadas en el corto plazo, rehuyendo la consideración de los efectos a largo plazo.


De este modo, el autor nos ofrece una pincelada genial de cómo la mayoría social satisfecha de la sociedad abala tan sólo la intervención del estado cuando éste trata de garantizar el gasto social que les es favorable (por ejemplo, en forma de pensiones), cuando garantiza su intervención en procesos de quiebra del sistema financiero o, en el gasto militar en pos de la seguridad. Sin embargo, se cuestiona esta intervención estatal e incuso se tacha de «carga» en la economía cuando se ponen sobre la mesa aspectos como el gasto en ayuda social, la intervención pública en el mercado de la vivienda, los servicios médicos para los sectores desfavorecidos o, la enseñanza pública, entre otros aspectos que afectan a las comunidades más pobres de las grandes áreas metropolitanas.



En correlación con este último aspecto, el autor hace referencia al concepto de subclase, ligado directamente a las poblaciones inmigrantes sin derecho a voto o, a los habitantes más pobres y de sectores marginales que se perpetúan en su condición generación tras generación. Así pues, Galbraith expone cómo esta subclase funcional además de ocupar los puestos de trabajo que la mayoría satisfecha no está dispuesta a ocupar, ven restringidas las ayudas y prestaciones sociales que se les da en cuanto a derechos como educación o sanidad. Según el autor, estos hechos propician en gran medida que esta masa social considerada como una subclase, se abstenga de participar en las citas electorales debido a la desesperanza que les infunda el hecho de pensar que su voto no servirá para cambiar nada.


Galbraith culmina este brillante análisis de nuestro actual y homogeneizado modelo de sociedades modernas occidentales haciendo una previsión de posibles escenarios futuros. En primer lugar, el economista nos aventura que el fin de la era de la satisfacción llegará a su fin mediante un colapso o desastre económico generalizado, caso que el propio Galbraith considera el menos probable. Seguidamente hace alusión a una posible actuación militar adversa asociada a un desastre internacional, un escenario que, aunque posible, lo considera poco probable. Por último y como escenario más real de cara al futuro, nos plantea una posible irrupción de una subclase furiosa que acabe por derogar el sistema actual.


Este volumen, escrito de forma clara para una lectura sencilla y amena, constituye una espléndida aportación para poder entender gran parte de los problemas que nos rodean y que, conforman el día a día de la agenda mediática de nuestras sociedades modernas. De ahí que se pueda afirmar que estamos frente a un magnífico análisis que desgrana la realidad y motivaciones de la actual mayoría satisfecha en Occidente.

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