Sergi Pérez
Jamás, ni en la escuela ni el hogar nos enseñaron a coger las maletas y salir por la puerta sin saber cuando vas a retornar, jamás nos enseñaron a emigrar, a dejarlo todo. Es una sensación agridulce. La ida hacia lo desconocido, en donde oportunidades y fracaso dependen tanto de la determinación como a menudo de la propia suerte. Atrás quedan la familia, las amistades, los lugares que te han visto crecer y a los que, una vez lejos de casa, recurres constantemente en los días que te abate la melancolía.
Hay infinitas historias y experiencias de diferentes personas que han atravesado alguna vez esta situación. Y tal vez el camino ocasionalmente sea complicado durante las primeras etapas del viaje pero, a menudo, se produce en el interior de quien se halla fuera de todo aquello que conforma su identidad, una sensación de alivio y desasosiego, de libertad, de soltar amarras y navegar hacia lo profundo de uno mismo. Una sensación que repara y hace prosperar a la conciencia.
Atravesar la zona de confort no es tarea fácil, pero lejos de plantearse como un arduo camino lleno de dificultades, debe considerarse como la oportunidad de crecimiento personal que eleve consigo el resto de facetas de uno mismo. En 2014, el famoso actor y humorista, Jim Carrey, expuso en su discurso de graduación en la Maharishi University (MUM) su fórmula para afrontar las dificultades de la siguiente forma:
- Cuando digo, “ La vida no te sucede a ti, sucede para ti”, sólo estoy tomando una decisión consciente de percibir los desafíos de manera benéfica, para poder lidiar con ellos de la manera más productiva posible –
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