El día del trabajador se celebra en todo el mundo, a pesar de que hay países que aún no respetan los ámbitos y derechos laborales. Hacen negocios a partir de explotación infantil y trabajos ilícitos
María Sofía Muratore
El Primero de Mayo es conocido por ser el día del trabajador, se celebra las batallas de los obreros para lograr la reducción de la jornada laboral a ocho horas. Sin embargo, hay países, como Turquía, que aún no han evolucionado. En donde el trabajador solo sirve para producir, y en el afán de obtener dinero se olvidan de los derechos y garantías del empleado.
Turquía es un país Islámico no árabe que hace uso de su religión para justificar su accionar diario. Según el emblema de dicho país: ‘’Dios quiere a quien hace negocios’’. Bajo este argumento no hay tiempo para desperdiciar, todo puede volverse dinero sin importar las condiciones de cómo se obtiene.
Es así que en Turquía, dos millones de niños son explotados en el mercado de trabajo infantil; de éstos, el 78% son empleados de manera “clandestina”, sin derechos ni atención sanitaria, sin inscripción en el registro profesional ni resarcimiento alguno en caso de accidente. En el país de Erdogan, millones de niños son privados del derecho a estudiar y son víctimas de abusos y explotación.
Invierno en Estambul. Lunes cinco de la mañana, aún permanece oscuro. Lo único que se ve con luz en el centro de la ciudad son los pequeños talleres textiles que están en funcionamiento toda la noche con el afán de producir más. Son pequeños espacios blancos, llenos de telas, tres a cuatro máquinas de coser y una silla para cada persona.
Desde las ventanas se observan jóvenes de entre 14 a 17 años de edad cosiendo sin parar, con un te que los acompaña y la televisión prendida para escuchar sonido de fondo. Luego de 12 horas de trabajo, rotan rápidamente con otro compañero, tal cual en la épocas de la revolución industrial ‘’Cama caliente’’. No hay tiempo para frenar.
Pasan las horas, 6:30 de la mañana, ya se ven personas limpiando las veredas, acomodando cajas. Pequeñas camionetas circulan por las pequeñas calles con nueva mercadería. Todas ya saben dónde serán destinadas.
Empieza a salir el primer destello de sol, el cruce del bósforo es un conglomerado de gente, no hay espacio ni para una persona más, pero siempre para un nuevo puesto para vender algún producto.
Nueve de la mañana y las tiendas ya se encuentran en pleno funcionamiento. El ‘’Mercado Egipcio’’ o el ‘’Gran Bazar’’ esperan más de mil turistas para venderles productos hechos por niños en talleres clandestinos. Desde lo lejos, se escuchan negociaciones, y turcos de más de 25 años que misteriosamente saben hablar inglés, francés, italiano, español hasta chino para vender. No aceptan el no como respuesta, y se niegan a perder una compra.
Hora del almuerzo, pero nadie frena. No hay tiempo para comer. Cualquier minuto de descanso puede ser un negocio que se pierde. Pasan horas entre cafés y tés que los mantienen activos.
Seis de la tarde, y mientras en alguna parte del mundo se pensaría que es momento de cerrar los negocios, en Estambul sigue ingresando mercadería transportada por jóvenes que no superan los 17 años. Sigue circulando gente y la oportunidad para ganar una lira más.
Nueve y media, cierran persianas para el afuera, pero por dentro están viendo cuánto recaudaron y empezando a preparar el negocio para el otro día, y nueva mercadería.
Turquía se encuentra en el 60º puesto del "Doing Business" de los 190 que conforman este 'ranking', que clasifica los países según la facilidad que ofrecen para hacer negocios. En el último año, Turquía mejoró su posición, ya que el año anterior estaba en el 69º, así que se ha hecho más simple realizar negocios en el país. Sin embargo, ninguno de estos datos afirma que la manera de hacer negocios sea con mercadería producida ilícitamente o producto de un taller infantil clandestino.
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