Redacción Generación Z
Ramon Aymerich se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona, ha dedicado su vida entera al periodismo pasando por El Temps, la Gaceta de los Negocios y El Observador. Actualmente es editor jefe de la sección de economía de La Vanguardia
¿Tienen los jóvenes del sur de Europa tendencia a emigrar hacia el norte y viceversa?
Esto es una hipótesis que por el momento no está totalmente respaldada con grandes cifras. Aun así, no deja de ser sorprendente que haya gente con diez años de estudio y mucha experiencia en la biotecnología o la biomedicina que venga a Barcelona, por ejemplo, al Centro de Regulación Genómica en el Hospital del Mar para cobrar mil o dos mil euros. Están aquí por el mero hecho de encontrar un clima más agradable, playa, ocio…
¿Genera esto un envejecimiento de la población en el sur?
Claro, hay una migración grande de alemanes en sus 60 años hacia Mallorca, ingleses hacia Alicante… Son los responsables del boom inmobiliario que se está dando en zonas de costa. También vienen por el sol, una vida más barata y de mejor calidad, además del sistema sanitario que atiende más rápido y de manera más económica sus problemas de salud.
¿Cómo se explica que la economía española sea tan dependiente del turismo?
Es una situación similar a la que genera ‘la mierda del diablo’, el petróleo. Cuando se encuentran suministros de este, en países como por ejemplo Nigeria, entran muchas divisas y riqueza porque es un material fácil de extraer pero, para la mayoría que no está relacionada con esta actividad no genera puestos de trabajo y solo se ven afectados por la, también consecuente, inflación y apropiación de recursos. En el caso de los países que basan su potencia en el turismo suelen tener economías poco productivas, relacionadas con la hostelería, basadas en el sol como activo intangible y que genera una economía inestable a medio plazo.
¿Cuáles son los activos intangibles de los países nórdicos?
Sus intangibles son las universidades prestigiosas, el inglés, valores que generan riqueza porque las personas nunca querrán dejar de formarse allí. Mientras el norte controle los centros de formación seguirá siendo más rico que el sur.
Pero Barcelona también cuenta con un sector industrial desarrollado, ¿no?
Barcelona es un mix, hay un tejido industrial y empresarial importante pero lo que es dominante es el sector del turismo. Que nuestra economía esté basada en el turismo genera efectos migratorios a medio plazo.
¿Europa se polarizará o se acercará a un modelo económico más cooperativo gracias a la globalización?
‘El efecto China’ es una consecuencia de la globalización que ha golpeado todas las áreas industriales, afectando en particular a la clase media. Ni los gobiernos ni las autoridades europeas han puesto en marcha mecanismos para proteger al trabajador y compensar ese choque. En los últimos 20 años hemos perdido una parte importante de la capacidad industrial de los países del sur y ha recaído la mayor parte del peso sobre la explotación turística.
¿El norte no se ha visto afectado?
Allí ha pasado lo mismo, aunque sus economías son más fuertes y han resistido mejor. Es por eso que se han dado fenómenos como el Brexit y el ascenso de la ultra derecha… todos estos movimientos son reacciones de una clase media asustada por los efectos de la globalización. Así es muy difícil llegar a un modelo más cooperativo entre norte y sur, vamos hacia una cierta polarización de las cosas.
Respecto a las olas migratorias que provienen de fuera del continente ¿representan una amenaza para la ocupación de los europeos?
No hay una conclusión clara, pero pienso que estos inmigrantes aceptan trabajos de las franjas que los locales no quieren cubrir, necesitamos a estas personas. Lo que lleva a pensar que nos quitan el trabajo es la premisa de que las desigualdades son muy duras pero si tú no las ves no pasa nada. Cuando los extranjeros desplazan de las ayudas sociales a los autóctonos se genera tensión, por eso la administración debe destinar más recursos a cubrir estas necesidades o se seguirá generando rechazo hacia el inmigrante desfavorecido.
Tienen unas condiciones laborales terribles y sin perspectiva de estabilidad, como los jóvenes, ¿no?
El mercado laboral es muy duro, da igual la preparación que se tenga, es precario. Hace treinta años las posibilidades de trabajar, invertir en viviendas, coches era amplia gracias a la estabilidad. La temporalidad está en el orden del día y la ‘gig economy’ es lo que más tira, un hombre que trabaja para Deliveroo o Uber no puede hacer un planteamiento de vida, es arriesgado pensar en tener hijos, tener un accidente o enfermar. En el norte se regula más y mejor, aquí todo el mundo hace lo que puede.
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