Los viajes de la generación de 16 a 29 años
María Sofía Muratore
”Turismo joven” en el nuevo concepto que aplica la Organización Mundial de Turismo (OMT) para diversificar a los clientes que tienen entre 16 a 29 años de edad, y deciden rutinariamente preparar la valija, y así cruzar la frontera de su país. Son aquellos viajeros independientes que durante un periodo menor a un año optan experimentar otras culturas, y buscar nuevas oportunidades de aprendizaje no convencionales, alejadas de los libros y ámbitos educativos.
En búsqueda de adrenalina, ahorran con el afán de cumplir un único sueño ”conocer el mundo”. Más de uno sin estudios terciarios, o apenas recibido de grado, abandonan la rutina convencional para establecer sus propios horarios y locaciones.En búsqueda de adrenalina, ahorran con el afán de cumplir un único sueño ”conocer el mundo”. Más de uno sin estudios terciarios, o apenas recibido de grado, abandonan la rutina convencional para establecer sus propios horarios y locaciones.
En búsqueda de adrenalina, ahorran con el afán de cumplir un único sueño ”conocer el mundo”. Más de uno sin estudios terciarios, o apenas recibido de grado, abandonan la rutina convencional para establecer sus propios horarios y locaciones.
A su vez, el ”turismo joven” debe segmentarse en diversos grupos: viajeros independientes que salen de vacaciones; estudiantes universitarios que realizan estancias en el extranjero; turismo idiomático; ‘working holiday’ (jóvenes que viajan con el objetivo de combinar un trabajo temporal y vacaciones); o los voluntarios (viajes basado en la acción social y humanitaria).
Por su parte, la OMT anuncia que el turista joven asume gastos de entre 1000 y 6000 dólares con estancias que superan los 50 días. Además, se afirma que los jóvenes ya realizaron 190 millones de viajes turísticos internacionales durante el 2017. Es de esta forma que se presume que para el año 2020 habrá cerca de 300 millones de viajes internacionales realizados por menores de 30 años.
El viajero joven busca destinos exóticos, lugares que escuchó al pasar o que descubrió conociendo. Decide no experimentar lo conocido por los turistas convencionales, sino recorrer cada lugar que aumente las pulsaciones de su corazón, que le produzca adrenalina y le permita hacer volar su creatividad. Lejos de los no lugares, y los edificios antiguos, se promueve la naturaleza, el vértigo de la montaña, la paz de las playas paradisíacas, los atardeceres en la carretera y los senderos que se vuelven laberintos. Cabe destacar, que cruzar el océano se ha vuelto un deber, por eso el Sudeste Asiático, la India, y África son considerados los destinos más frecuentados por estos clientes.
”Viajo para conocer el mundo y conocerme”, presume Florencia una argentina de 27 años mientras está sentada esperando que salga su tren de Barcelona a Monserrat a las dos de la tarde, lista para contemplar una nueva aventura como lo hace ya un mes. Semejante a Ricardo, un chileno que se encuentra sentado en los Bunkers del Carmel (Barcelona) maravillándose por la vista de la ciudad. Es ingeniero recién recibido; pero decidió que aún eso puede esperar. Entonces viaja para: ”Encontrar el sentido de la vida y abrir su cabeza”, proclama con una sonrisa.
Es así, que se puede afirmar que este nuevo mercado promete ser una gran oportunidad de negocio para las agencias de turismo. Es necesario utilizar toda herramienta de marqueting para crear propuestas que atrapen a estos nuevos compradores. Rutas de viaje que encanten e inspiren. Comprendiendo que el valor agregado no son los lujos, sino hacer de cada viaje una búsqueda de identidad, un momento inolvidable.
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